La historia poco conocida del dueño de Manaos, entre vacas y el por qué del nombre

Irrumpió en los medios con publicidades con famosos y acaba de anunciar una ampliación de planta que costó US$ 12 millones. Un día con un empresario que asegura tener "mucha calle".


“Yo inventé todo. La marca, los guiones de las publicidades, todo ¿Vieron el “¡Vamos, Manaos!”? Yo dije cómo tenían que hacerlo. Porque no es un “Vamos Manaos” tímido ¡No! Es un “¡VAMOS MANAOS!”.
La historia poco conocida del dueño de Manaos, entre vacas y el por qué del nombreOrlando Canido tiene 61 años y desde el 2 de septiembre de 2004 produce Manaos, una de las gaseosas que sacudieron las góndolas gracias a sus publicidades protagonizadas por Martín Palermo, Enzo Francescoli, Juan María Traverso y “El Chaqueño” Palavecino.
Camisa arremangada, reloj de oro, los anteojos como eterno socio y el pelo canoso lo acompañan a medida que camina por la planta, en Virrey del Pino (Buenos Aires), mientras saluda a los operarios. La producción no respira y él tampoco. “Casi no vengo. A mí me gusta estar en la calle, vendiendo el producto, soy un comercial nato”, asegura Canido.
Su look difiere del que utilizó cuando recibió al presidente Mauricio Macri para anunciar la nueva línea de producción que costó US$ 12 millones. “Esta línea se tendría que haber inaugurado en la misma fecha el año pasado, pero tuve problemas para ingresar las máquinas. Nosotros depositamos todo en el Banco Nación pero el dinero no salió en tiempo y forma, así que se demoró la obra hasta que el proveedor se asegurara de que podía cobrar”, cuenta.
Para la visita oficial, Canido se vistió con traje y corbata. Pero este estilo le sienta mejor, lo muestra como lo que él mismo se define: un tipo de la calle. “Tengo mucha calle”, presume, sin aires de soberbia. “Yo soy muy querido acá en La Matanza como comerciante, les enseñé a todos a ser grandes y a ganar dinero. Cualquier cosa que yo quiera vender, tengo un ejército comercial que me apoya. Si mañana quiero hacer agujas de coser, la gente me apoya”.
¿Por qué Manaos se llama Manaos?
“Me arrepiento hasta hoy del nombre”, dice durante un alto del recorrido junto a la nueva línea de producción. Ahí mismo se fabrican 35 mil botellas por hora y 40 mil son etiquetadas en el mismo tiempo. Pero Canido, datos técnicos de por medio, no esconde ningún secreto sobre el origen de la marca ni de su nombre. ¿Por qué se llama Manaos? ¿Es brasilera?
Primero lo primero. Hay que saber que Canido, antes de ser el dueño de Manaos, tuvo una fábrica de soda y luego distribuyó gaseosas de diferentes marcas. Estuvo 30 años haciéndolo y, entre sus logros, resalta uno. “Impuse una marca a la que le compraba la producción y la distribuía. Se llamaba ‘Sao’. Era el año 2000 y, como había muchos productos importados, la gente creía que era brasilera”, empieza el relato.
Sin embargo, el dueño de Sao decidió salir a vender por su propia cuenta y corrió a Canido del recorrido. “Tomó la decisión de no venderme más productos a mí –pese a 10 años que trabajamos juntos- y salir a vender él directamente”, rememora, mientras la máquina sigue sacando una botella tras otra.
Canido se sintió dolido y quiso virar hacia otra pasión que tiene: el campo. “Mi idea era poner cabañas de Aberdeen Angus colorado y de caballo criollo. Me compré todo para armarla y mi conciencia no me dejó. Empecé a decirme a mí mismo que era un cobarde, que me había ido al campo a esconderme, que no quería ver la realidad, que me habían sacado del negocio”, dice.¿Entonces? Canido vendió las 1700 vacas y los otros tantos caballos criollos en un solo día. Todo el dinero fue a la empresa. Pero… ¿qué nombre ponerle?
“Yo tenía que competir con la misma marca que había impuesto. Entonces le puse ‘Manaos’, porque también parecía brasilera. Maldigo la hora en que se me ocurrió Manaos. Le hubiera puesto ‘El Pampero’ o ‘Las Cataratas’, qué sé yo, pero no había ninguna intención de internacionalizar la marca”, cuenta y destapa todos los misterios que había en torno al nombre.

Yo contra todos

“Molesto”, asegura Canido.
¿A quién?
Y… a las multinacionales. Jamás tuvieron una competencia de igual a igual como estamos peleando nosotros. Y no saben qué hacer para pararnos. Hoy nuestro precio está un 50 por ciento más barato que una botella, del mismo tamaño, de Coca-Cola.
¿Cómo le competís?
Le competimos por precio y calidad; y por todo lo demás que es el esmero del equipo de ventas, porque una cosa es que alguien vaya a vender y te atiendan desde la puerta, y otra distinta somos nosotros, que decimos: “Buen día, cómo te va, cómo anda tu hija que tenía tos”. Eso nos hizo ser los número uno.
¿Decís que te quieren parar?
Sí. Hemos tenido toda clase de sabotaje. Incluso nos han puesto tornillos de acero inoxidable para que descompusiera la solución de la gaseosa.
¿Desde cuándo molestás?
Desde el primer día: 2 de septiembre de 2004. En un año tuve 18 denuncias, una cada 20 días, sin poder dedicarme a pleno a mi fábrica porque tuve que ocuparme de esas denuncias que me hacían para cerrarme. Encima yo jamás había fabricado nada, ni un clavo. Una vez me dijeron: “Tenés que hacer planta de tratamiento de afluentes, que requiere una pileta de 60 metros de ancho por 100 de largo y 4 metros de profundidad”. Hacerla llevaba tres meses y me dijeron: “Tenés 72 horas”. Por suerte logré conseguir una prórroga.  
¿Hablaste alguna vez cara a cara con los fabricantes de Coca-Cola o Pepsi?
Sí, claro. Coincidimos en la feria de la industria que se realiza en Munich. Nos encontramos en una mesa de negocios y me hice pasar por alguien que quería vender máquinas en América latina, no como el dueño de Manaos, porque no quise que supieran que estábamos buscando la expansión.
¿Te sigue gustando esto pese a todo?
¡Claro! El éxito está a la vista, pese a los palos en la rueda. De la nada hice todo esto, y ser el número uno en 10 años no tiene antecedente. Esta planta, hace 10 años, era un gallinero; la marca no existía, la creé, no me compré una que ya funcionaba. Y te digo más: nunca pedí crédito de ningún lado, de ninguna especie. Todo esto es reinversión. Es trabajar y el dinero lo reinvierto en obras acá.

“Acá no hay secretos”

Canido no tiene oficina. La planta, por día, saca a la calle 300 mil packs de botellas. Si cada pack tiene 6 botellas, Manaos sube a los camiones 1,8 millones de productos, si se tiene en cuenta todas sus marcas. Además de la gaseosa, producen el agua Villamanaos, la Bichy ahora, Placer, la soda Manaos y su el fernet Fernandito-VII.
Pero Canido no tiene oficina. Las oficinas de la administración de la planta no tienen paredes ni boxes individuales. “Acá no hay secretos. Todos trabajan para todos. A diferencia de todas las demás empresas, no hay boxes individuales”, cuenta Don Manaos sentado ante una mesa de directorio y ante la vista de todos los demás empleados, entre ellos su sobrino Walter Canido, su mano derecha.
“Acá estuvo sentado Luis Pagani (CEO de Arcor), quien me dijo: ‘Te envidio, porque hiciste todo de cero y yo lo que tengo lo heredé’”, cuenta Canido. Más adelante, volverá a hablar sobre el número uno de la empresa de golosinas.
Antes, cuenta cómo fue su plan de expansión. “Empezamos vendiendo en La Matanza. Y ahora tenemos 1800 bocas de distribución. Yo dependo de toda la Argentina y no de tres supermercados. ¿Por qué? Porque si se funde un distribuidor en Tartagal, me sostiene el resto de la red. Pero si de las tres cadenas, dos me dejan de comprar porque me exprimen, quiebro”, explica.
Sobre cómo tratarlos, aclara: “Yo soy el único de la Argentina con deuda cero. Una de las empresas líderes te paga a 120 días pero yo te pago por adelantado”. A la hora de hablar de su estrategia de negocios y de cuándo recuperará la inversión que hizo, dice: “La inversión la recuperaremos de acuerdo a la situación país. Dependemos de la venta, que la tenemos”. Pero a la hora de hablar de su estrategia de negocios se ríe: “Hay cierta estrategia que hace al éxito, pero bueno, te puedo mostrar el conejo pero no cómo lo sacan de la galera”.
¿Cómo manejás el tarifazo?
Estamos expectantes de los aumentos. Si fueran para mí solo, me afectarían, pero como son para todos uno se tiene que acostumbrar a esa política. El problema es cuando es algo sólo para vos, pero cuando es para todos, bueno, es distinto.
¿Cómo los enfrentás?
Los aumentos inciden en forma directa en el precio, no tengo otra forma de absorberlo.
¿Te ofrecieron producir otro tipo de bebidas?
Sí. Me trajeron ofrecimientos para desarrollar productos muy importantes, de alto consumo, como energizantes, y les dije que no.
¿Por qué?
 Porque estoy en contra de que la juventud tome eso. No compré bodegas y no compré fábricas de sidra por esa razón. Sí hago el Fernandito-VII porque es el complemento de lo que vende la competencia que también hacen otras gaseosas, y no quiero que mis distribuidores se vayan con ellos. Yo impuse el fernet cola desde la época de Sao, pero donde lo pueda discontinuar, lo discontinúo, para seguir productos naturales.
¿Tenés pensado dar franquicias?
Franquiciar es una posibilidad. Pero nosotros a medida que crecemos en producción crecemos en extensión y todavía hay mucho para hacer en la Argentina, y me gustaría posicionarme como hizo Pagani, que es el líder de golosinas en el mundo. Pero primero él estuvo 70 años vendiendo sólo acá en la Argentina, yo recién llevo 10 años. Y hay muchos segmentos que por falta de capital no podemos llegar. Nosotros no podemos competir, por ejemplo, con el sector refrigerados. Porque cuando vas a venderle a un restaurante, un bar o un boliche te dicen: “El producto la gente lo quiere, pero traeme dos heladeras”. Y una heladera cuesta $ 10 mil, y tendríamos que comprar 100 mil heladeras, que es lo que cuesta esta fábrica. Entonces no puedo competir con las líderes por problemas económicos.